Una ciudad real
- Anthony Bolcaman
- hace 1 día
- 3 Min. de lectura
Cartagena de Indias. La Fantástica, la Heroica, la Ciudad Amurallada… tantos apodos que suenan bonito. Y sí, su historia y belleza no se pueden negar. Sus playas, murallas y calles coloniales enamoran a cualquiera. Pero más allá de lo que muestran las redes sociales y los folletos turísticos, existe una Cartagena que no se ve. Una ciudad con problemas reales, que no se suben a las historias de Instagram, tras sus playas cristalinas, sus murallas imponentes y sus hoteles de lujo, existe otra ciudad. Una que parece invisible para el mundo, pero que sigue ahí.
Esa Cartagena que pocos muestran en la desigualdad es lo más común del mundo. Donde, mientras algunos disfrutan de cocteles frente al mar, de pent-house lujosos, de viajes en yate y cosas por el estilo, otros viven entre calles polvorientas sin pavimentar, sin un buen sistema de alcantarillado, sin una casa decente, y sin oportunidades. Cartagena es la ciudad de los contrastes, porque hay muchos jóvenes que crecen sin opciones reales, pero la gente adinerada se da lujos como si fuera de la realeza.
Y eso es solo uno de los problemas de la ciudad, detrás del turismo de lujo se esconden otros problemas que vendrían siendo las estafas cotidianas: precios inflados a los turistas, cobros abusivos en las playas, engaños disfrazados de “experiencias culturales”. Y aunque a veces se romantiza esa picardía como parte del folklore local, lo cierto es que no es más que una estafa.
Otro problema bastante notorio es la prostitución, en especial la infantil, es una realidad que literalmente es obvia (y si no me crees ves a la torre del reloj a eso de las 9 pm). Y aunque se hacen campañas, aunque se alzan voces, el problema sigue ahí, porque mientras siga habiendo demanda, va a seguir habiendo mercado, Todo esto ocurre mientras la ciudad sigue recibiendo cruceros, influencers y turistas con dólares en el bolsillo, pensando que Cartagena es solo Bocagrande, el laguito, el centro y la playa. Cartagena no es solo la zona norte, en Cartagena hay pobreza y grave, hay desnutrición, hay delincuencia, hay de todo y no hay soluciones aparentes, y el turista no ve eso, solo ve lo mejor de la ciudad, y es verdad el turista no debe solucionar nada, el Viene a pasear, pero los mismos cartageneros no buscamos formas de solucionar los problemas de la ciudad donde vivimos.
Y si, siempre escuchamos políticos que nos venden el cambio, pero adivinen, los políticos muchas veces no son más que otro ladrón con una camisa elegante y mas promesas falsas que el hombre promedio. Obras que nunca se terminan, recursos que se pierden. El desarrollo parece avanzar, pero siempre en los mismos sectores, mientras los barrios populares (Olaya, el pozón, la maría, entre otros) esperan con paciencia su turno para vivir con dignidad. La movilidad es un caos, los cuerpos de agua están contaminados, y el turismo (aunque necesario) no ha logrado un cambio.
Ver a Cartagena con ojos críticos no es odiarla. Es reconocer sus fallas para poder corregirlas. Es dejar de mirar solo lo superficial (porque se vuelve una belleza falsa) para empezar a entender su profundidad. Cartagena no necesita más filtros; necesita más atención, más empatía, más acción. Y solo cuando entendamos todo eso, tendremos a la Cartagena real.
Cartagena no necesita turistas que la miren, necesita ciudadanos que la entiendan
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