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Andrea Valdés, o el dilema de sentir empatía por una presunta asesina

Once años han pasado desde la primera vez que oímos su nombre en todos los noticieros del país. Por entonces su figura se convirtió en evocador de diversos sentimientos encontrados: asco, odio, resentimiento, tal vez lástima. Hoy, estamos aquí para recordar su más reciente aparición en la prensa nacional, la cual dejó las opiniones de la gente bastante divididas. Por un lado, están quienes la conocieron por el vejamen que sufrió a manos de dos guardias del INPEC (Instituto Nacional Penitenciario y Carcelario); por el otro, aquellos que aún recuerdan el suceso que la llevó a estar en una celda.


Permítanme aclarar desde este punto que el texto a continuación presenta una postura imparcial: lo que se busca aquí es relatar los hechos en orden cronológico y meditar un poco en relación con los sucesos a posteriori que surgieron durante el primer trimestre del 2025.

El 11 de marzo del año 2014, el cuerpo de Yesica Mayerly Alza, o lo que quedaba de él, apareció dentro de una maleta, apenas cubierta por una manta. Lo que parecía un caso digno de «Mujer: casos de la vida real» trajo consigo una oleada de conmoción al país a lo largo de varios meses.


Resumiendo: Yesica Alza, joven alegre, resiliente y madre desde los trece, oriunda de Ciudad Bolívar, en un día como cualquier otro faltó a clases. Nadie de su entorno sabía en dónde estaba o con quién. Fue encontrada al cabo de unos días, con los brazos y piernas desmembrados, embutida en una maleta de viaje que yacía en un potrero aledaño a la escena del crimen. El cuerpo presentaba signos de tortura.


La victimaria fue Andrea Esperanza Valdés Contreras, mujer de 21 años, madre de una niña y amiga íntima de Alza quien, en complicidad con un tercero, presuntamente su novio, perpetró el acto a raíz de un ataque de celos. Arrepentida, Valdés decidió entregarse a las autoridades poco después. Sería sentenciada, en marzo del 2015, a más de 25 años de prisión.


Andrea volvería a aparecer en los titulares hasta el año 2025, gracias a un hecho suscitado en la cárcel El Pedregal que la tiene a ella como víctima. Cabe destacar que los artículos y reportajes al respecto omiten cualquier información relacionada con el asesinato de Yesica Alza.


Según la versión que les dio a los medios, Andrea quedó embarazada tras ser abusada, en fechas diferentes, por dos guardias de la prisión en donde ella cumplía su condena, lo que resultó en un embarazo no deseado. Aparentemente, la violación se trató de una advertencia, debido a la negativa de la reclusa a colaborar con una mafia que ingresaba droga a la prisión. Se sabe que ella había presentado una denuncia al respecto.


Tras un intento de inducción al aborto por parte del personal penitenciario, la indiferencia del subdirector y las amenazas a su familia, las cuales no cesaron de llegar, Valdés pidió un traslado a otra prisión a fin de continuar su embarazo de forma segura. Actualmente, se encuentra en una cárcel carente de un pabellón de mujeres gestantes, y aún se barajan las opciones de lo que se tendrá que hacer cuando llegue el momento del parto; por ejemplo, permitirle pasar algunos meses bajo prisión domiciliaria.


Así las cosas, no queda más que preguntarse: ¿cómo se supone que debemos reaccionar ante una historia como esta? ¿Podemos compadecernos de ella aunque haya matado a alguien? ¿Es posible sentir compasión por alguien que, en su momento, fue capaz de cometer un acto tan atroz?

 

Son casos como estos los que ponen a prueba nuestra empatía. Nunca falta la gente que celebra el sufrimiento de esta mujer, aun si los motivos del abuso no guardan relación con su crimen. El caso de Andrea, con todas sus implicaciones, nos deja a muchos con una disputa ética y moral difícil de resolver. Algunos podrán verlo como un castigo tardío por lo ocurrido con Yesica, o una clara evidencia del abuso de autoridad de ciertas organizaciones.

¿Qué piensas tú? ¿Es justo o no? ¿Andrea Valdés, o cualquier persona, hombre o mujer, en su misma situación, merecen nuestra compasión aun sabiendo lo que hicieron en el pasado? No todos crecimos bajo los mismos valores, circunstancias o lugares, por lo que hay cientos de respuestas o puntos de vista diferentes para discutir y analizar.


¿Alguien tiene la verdad absoluta? No lo sé. Tal vez nadie la tenga… Sin embargo, eso tampoco es una certeza.

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