MK Ultra: El proyecto más secreto y cínico de Estados Unidos
- Daniela Castañeda
- 7 abr
- 6 Min. de lectura
Los secretos en una sociedad son, sin duda alguna, la forma más discreta de mantener a un país en manos de una fantasía que sólo pretende distorsionar la realidad del humano, llevándolo así a ser un ser ignorante y el cual solo busca poder. El MK Ultra se considera como uno de los proyectos mejor encubiertos por Estados Unidos, pero que, para su conclusión, terminó siendo un total fracaso y especial culpable de los hechos traumáticos que sus víctimas fueron forzadas a olvidar.
A finales de los años 40 e inicios de los años 50, en el apenas apogeo de la Guerra Fría, conflicto ideológico y político encabezado por EE. UU y la URSS, inicia un nuevo programa secreto bajo el mando de la CIA (Central Intelligence Agency). Enfrentando las amenazas de un ataque nuclear por parte del enemigo, las altas esferas de Estados Unidos buscan las mejores opciones para derrotar a la Unión Soviética, y he aquí el nacimiento del MK Ultra, un proyecto que buscaba brindarles el poder de controlar la mente. Conforme a esta información, podemos evidenciar uno de los defectos al que el ser humano comúnmente suele optar en situaciones donde su existencia y racionalidad se encuentra en peligro, pues este caso está entre uno de los tantos errores que el hombre decide cometer con actos violentos y fuera del límite de la humanización, demostrando, una vez más, su deseo para destruirse a sí mismo.
A causa de lo anterior, se fundó un ejército de instituciones psiquiátricas en EE. UU y Canadá, donde se buscaban los mejores procesos para controlar la mente a partir de experimentos con pacientes que no tenían conocimiento previo al proyecto, que eran drogados sin su consentimiento con sustancias psicodélicas y alucinógenas, y expuestos también a la deprivación sensorial y a un tratamiento con electroshock. En realidad, a estas personas no se les debería llamar pacientes, son víctimas de un acto inhumano y guiado de la pura soberbia y la crueldad. El simple hecho de categorizarlos como “sujetos” o “pacientes” refleja directamente la intención e interés cínico que esta organización – y el estado – tenía con un humano indefenso, utilizándolo así mismo como una rata de laboratorio para convertirse en "el país más poderoso del mundo” y concluir en transformarse en el país donde el miedo y la incertidumbre sobre que es cierto y que no, se esconden en cada rincón del ser que perdió la confianza en aquellos que juraban proteger su integridad.
El principal objetivo de la CIA era desarrollar técnicas que obligaran a un individuo a confesar en contra de su voluntad, con el fin de aprovechar y vulnerar la dignidad de su enemigo, un amigo e incluso con el mundo entero, brindándole a sí mismos un poder inigualable y totalmente destructivo. De modo que intentaron crear un superhumano que fuese capaz de asesinar involuntariamente a quien solicitaran, y con la “habilidad” de no recordar en absoluto el acto que cometió al ser utilizado como un arma. Otro de los ejemplos de que el ser humano, sin piedad, usa al silenciado para limpiar la sangre de sus manos.
Para el desarrollo experimental necesitaban de víctimas (o sujetos, como les gustaba llamarles), de este modo, decidieron reclutar personas que ya no eran de valor suficiente para aquella sociedad que no deseaba recordarlos y mucho menos establecer un lazo de empatía con ellos. Entre estos reclutas estaban: pacientes de sanatorios que padecían de alguna enfermedad mental, indigentes, criminales, pacientes de hospitales, inmigrantes, prostitutas y niños/adolescentes. Escogían a las personas más vulnerables para que, en un caso hipotético, si estas mismas lograban escapar de aquellos procedimientos, se les tratara como dementes y fuera de sí mismos. Incluso existieron algunos voluntarios que fueron engañados y obligados a firmar documentos de confidencialidad en los que no se daba aviso previo del martirio al que iban a entrar.
Una de las drogas usadas en estos procedimientos era el LSD, sustancia principalmente creada para tratar las enfermedades mentales, específicamente para experimentar con aquellos síntomas que producían dichas enfermedades en los pacientes que las padecían. Sin embargo, esto llegó a oídos de la CIA, agencia que se encargó de comprar toda la droga existente para evitar que sus enemigos también la usaran en su contra. Con esto en sus manos, lograban drogar, una vez más, sin su consentimiento a las víctimas, causando en ellas la pérdida de percepción del tiempo, la orientación y el espacio, amnesia prolongada, lagunas mentales y alucinaciones. El LSD era una droga novata para esta época, pero fue una de las primeras sustancias que no causaba sobredosis, lo cual le brindó a la CIA una ventaja más en su nuevo proyecto de laboratorio. Con este exceso de poder, los científicos encargados de experimentar con las víctimas, las drogaban las veces que quisieran, sin límites, sin restricciones y sin temor a perder el proceso y al “sujeto”, el cual se estaba enfrentando a numerosas cantidades de esta droga consecuente. Al tomar en abundancia LSD, la mente del humano se quedaba completamente en blanco, lo que hacía que perdieran sus creencias, sus pensamientos, ideas e incluso recuerdos. Toda su conciencia era borrada para así reemplazarla por una que los científicos y gente al mando pudiera controlar. Es importante recalcar que, a pesar de que está droga no causaba la muerte, producía efectos negativos en el cerebro a largo plazo, lo que puede llevar a la víctima a enfrentarse a un estado de psicosis, que provoca actos de homicidio, autolesiones y el suicidio.
El LSD no fue la única droga que se usó en este proyecto, de hecho, fueron muchas más las que causaron en las víctimas amnesia, trastorno de personalidad, parálisis de la cintura hasta los pies y falta de autonomía física. Además de los efectos provocados por las drogas, las electro terapias expuestas al cerebro, producían en las personas comas inducidos, lo que afectaba de forma significativa a sus capacidades humanas como lo es comer, ir al baño e incluso movilizarse.
En definitiva, la investigación profunda de este caso permite que algunas preguntas salgan a la luz: ¿acaso esta gente pensaba en lo que hacía? ¿fueron capaces de convertir a un humano en un ser sin recuerdos, sin sentimientos y sin una identidad? ¿Es realmente cierta toda la información de esta atrocidad? ¿Qué faltó por descubrirse? Considerando los actos que cometieron los científicos para “defender”, “apoyar” y “serles fiel” a su país, la respuesta a estas preguntas sólo puede ser reducida a una simple frase: el ser humano no desea el cambio, vive bajo un mundo idealizado y construido a base del poder, se alimenta de la violencia y se destruye a sí mismo en una guerra a la que, por años, no se le ha podido atribuir un nombre, pero que percibimos como nuestra extinción con pequeñas pruebas de advertencia.
Este proyecto no fue un éxito en absoluto, al contrario, fue un fracaso y un hecho que solo dejó secuelas traumáticas en las víctimas y en las familias de las mismas, quienes, hasta el día de hoy, no han recibido justicia y mucho menos una compensación económica. Es sorprendente la similitud que la conclusión de este caso tiene con muchas situaciones a las que se enfrentan las diferentes familias de una sociedad. Familias que son ignoradas por defender sus derechos, por querer hacer justicia y por el deseo de recuperar a quien alguna vez fue su padre, su hijo/a, su amigo, su profesor y, sobre todo, un humano al que engañaron y usaron por un interés propio que no benefició a nadie en absoluto. Donde el ganador lo toma todo y el perdedor cae en una red infinita de dolor, arrepentimiento y de lamentable decepción.
El MK Ultra es una de las pruebas que refleja y representa el abuso hacia el humano vulnerable, jugando con la dignidad de este mismo y posicionándolo en una situación en la que todas las consecuencias dadas por actos de monstruos borrachos de soberbia, caen en un solo individuo que nunca sabrá quien realmente es y la lucha a la que se enfrentó sin necesidad de llevar armas que aseguraran su supervivencia. Sin duda el humano demuestra una vez más que el único destructor de su existencia es sí mismo. Que, a pesar de los tantos hechos históricos que ha atestiguado, el hombre no consigue aprender de ellos y tampoco siente el impulso de rechazar aquel destino que sí mismo creó a través del raciocinio violento. Aunque en este texto se habló principal y específicamente del gobierno estadounidense, podemos relacionar las consecuencias y los actos de violencia con muchas de las situaciones de muchos países, las cuales fueron encabezadas por el uso de armas, las dictaduras, los asesinatos a personas inocentes, las mentiras y secretos que mantienen a una sociedad en un estado de lamento y temor, y el estado de ignorancia en el que preferimos vivir.
Es imposible saber con certeza el verdadero significado de nuestra existencia. ¿Hemos sido creados para destruirnos entre nosotros? ¿Son nuestras manos las encargadas de realizar un cambio o solo llevan consigo un poder que parece incontrolable? Si nuestra extinción es la consecuencia al dolor que hemos causado, entonces el pelear por sobrevivir no es suficiente, porque el humano valiente ahora se ha convertido en un ser insignificante.
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