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Los aprendizajes de la vida

A veces la amistades van y vienen, pero te dejan aprendizajes. Aprende de ellos porque es algo que te dejara marcado toda la vida.


Hace unos días estaba hablando con alguien muy especial en mi vida, y dimos con el tema acerca de la vida. Este tema da paso a diferentes anécdotas: algunas buenas, otras malas. Pero también te pone mucho a pensar, y no lo pongo en la mesa como algo malo o bueno, sino en lo general. En ese círculo cerrado de personas importantes que tenemos, me pregunto: ¿será que estas personas me están quitando energía?


Esto me pone la cabeza a dar vueltas y a preguntarme: ¿cuántos amigos he perdido? ¿He ganado amigos? Aunque ambas cosas han sido aprendizajes, son esos pequeños detalles los que te hacen humano.


Si nos queremos poner poéticos, las amistades son como estaciones: algunas llegan en primavera, llenas de color y esperanza; otras se van con el frío del invierno, dejando silencio detrás. Hay amigos que llegan cuando más los necesitas, aunque no los buscabas. Y también hay quienes se van sin aviso, sin despedidas, solo con el peso de lo que fueron. A veces duelen, a veces enseñan, pero siempre marcan. Porque, aunque ya no estén, dejaron risas, abrazos, lecciones, momentos. No todas las amistades están hechas para quedarse toda la vida, pero sí para enseñarte algo mientras duran.


Y está bien. Porque crecer también es aprender a soltar, a agradecer lo vivido y seguir adelante. Con el corazón lleno de recuerdos, y espacio para nuevas personas que, quizás, lleguen a quedarse… o simplemente a acompañarte un rato.


Las amistades son algo tan complejas y tan frágiles al mismo tiempo. Pero con el tiempo aprendes que no todas las amistades están hechas para quedarse. Duele cuando una amistad se enfría sin motivo aparente, cuando las conversaciones se hacen más cortas, cuando los "¿cómo estás?" ya no llegan. Duele cuando esa persona con la que compartiste tanto, simplemente ya no está. Y es ahí donde te preguntas: ¿qué pasó? ¿Por qué, si todo era tan bonito, se acabó? Pero mira, la verdad es que no siempre hay una respuesta clara. A veces la vida cambia, o tal vez tu propósito con esa persona se cumplió. Eso solo lo sabe Dios.


Y aunque a veces parezca injusto, y si aquí me pongo a pelear, también está bien. No que pelees, pero que logres entender por qué ese amigo o amiga se fue. Ponte a pensar en esto: crecer implica entender que no todo dura para siempre, y que está bien cerrar ciclos, soltar con amor y seguir. Yo sé que es difícil, porque hablas con alguien que, a veces, no controla sus emociones. Pero cuando logras entender esa pequeñísima parte del porqué, logras quedarte con lo bueno, a no guardar rencor y agradecer lo vivido.


Y lo más bonito de todo, es que siempre hay espacio para nuevas amistades. Personas que llegarán, tal vez de forma inesperada, y te recordarán que aún queda mucho por compartir. Recuerda que “todo se queda en el corazón”.


Quisiera irme a un tema más personal. Ven, te cuento de mi grupo de amigos (tal vez no ponga sus nombres por si no quieren ser vistos, pero creo que sabes a quiénes me refiero). En Skolmi he tenido la oportunidad de conocer personas muy especiales. Algunas que realmente te llenan el alma, y otras que, con el tiempo, te das cuenta de que solo te drenan la energía. Pero quiero hablarte de las buenas, de esas que valen oro y dejan huella.


Empiezo por mi mejor amiga. Aunque esté lejos, jamás perdemos el contacto. A veces no coincidimos, otras sí, pero eso nunca ha sido un problema, porque ella es una de las amistades más sinceras y bonitas que he tenido. Es esa voz que me dice: “contrólate” cuando me dejo llevar por la rabia, y con eso, pienso, analizo y digo: “no, creo que debo controlarme”.


Después está una amistad más reciente. Ella es muy chistosa, te hace reír con cualquier cosa, le pone color a los días grises. Cada llamada con ella es reírse y regañarla a la vez. Cada historia es una risa sobre risa sobre risa. Es muy chistosa en general.


Sigo con dos personas más. Sus dibujos son tan perfectos y sus cuentos alocados, que a veces pienso: “¡esa soy yo!”. Un cartagenero favorito, que nos hace stickers en cada llamada, el que nos molesta a cada rato. Él es el “fotógrafo del grupo”, capturando atardeceres lindos, y sí, es el de los patacones con queso costeño.


Cierro con tres personas más (perdón por ponerlos al final). Mister creador de stickers que le dan personalidad al chat. Es el que siempre está saliendo a partidos de basket con sus amigos, y aún así se hace presente. Otra amistad nueva, un niño amable, divertido, con su acento barranquillero, al que le gusta el chisme. Tiene varios chismecitos por contar. No está siempre con el grupo, pero sé que puedo contar con él. Y ya para terminar, la “desaparecida” del grupo, pero aún así le gusta leer los chismecitos.


Estas son amistades que me han dado muchos aprendizajes, que me dan la mano cuando lo necesito y que me apoyan cuando estoy mal. Básicamente, ellos son un claro ejemplo de por qué los tengo en mi círculo más cercano.

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