La feminista medieval y su búsqueda por la igualdad
- Sophia Isabella Montaño Zucchiatti
- 7 abr
- 2 Min. de lectura
Si creías que las mujeres en la Edad Media solo hilaban, rezaban o cocinaban, déjame presentarte a Cristina de Pizán, la primera escritora profesional de Europa y, en toda regla, ¡una feminista antes de que existiera el feminismo!
Cristina de Pizán nació en 1364 en Venecia, pero se mudó de pequeña a París porque su padre, que era astrólogo y médico (sí, bastante multitasking el señor), fue contratado por el rey Carlos V. Y a diferencia de la mayoría de las niñas medievales, Cristina no aprendió solo a bordar... ¡sino a leer a autores como Aristóteles, Séneca, Ovidio y Virgilio, además de aprender a escribir poesía y mucho más! Su papá creía que las mujeres también podían ser inteligentes, un pensamiento muy revolucionario para aquella época.
Todo iba relativamente bien hasta que la vida le hizo una mala jugada: quedó viuda alrededor de los 25 años, con tres hijos, su mamá y una sobrina a cargo, y para colmo la herencia que le correspondía nunca llegó, pues el sistema machista y corrupto de la época la dejó fuera del juego. Pero Cristina no se rindió. Al contrario: empezó a escribir desde su casa en París. Al principio, hacía poemas románticos y encargos literarios para nobles, algo así como “versos a domicilio”. Pero pronto se volvió famosa entre la nobleza. Sus primeros clientes fueron figuras importantes como Luis de Orleans, la reina Isabel de Baviera y Felipe el Temerario, duque de Borgoña.
Y cuando su pluma agarró confianza… ¡zas! Cristina pasó a temas más profundos: escribió libros filosóficos, históricos y hasta políticos, siempre defendiendo el papel de la mujer en la sociedad. Su obra más famosa, "La Ciudad de las Damas", fue una especie de ciudad imaginaria habitada y gobernada por mujeres fuertes, sabias y valientes, en respuesta a los hombres que decían que las mujeres eran tontas o inútiles. Cristina les respondió con finura y una filosa ironía: "¿Ah sí? Pues lean esto."
También fue de las primeras en defender a Juana de Arco públicamente y escribió manuales para educar y empoderar a otras mujeres. Además, dirigía la producción de sus manuscritos, como una verdadera editora del siglo XV. Ella sola fue autora, correctora, promotora y jefa de marketing.
Cristina murió hacia 1430, pero dejó claro que las mujeres pueden pensar, escribir, crear y brillar, incluso en una época en la que las bibliotecas estaban más llenas de prejuicios que de libros.
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