Mujeres y niñas bajo la lupa: ¿Cómo la hipersexualización afecta nuestra percepción?
- Sofía Arango
- 30 jul 2024
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 1 ago 2024
La hipersexualización es el acto de atribuir a una persona un valor basado predominantemente en su atractivo sexual, de manera desproporcionada en relación a otras características personales o habilidades.
Muchas veces, observamos cómo las mujeres con un físico más destacado tienen más ventajas que aquellas con un cuerpo promedio. Este fenómeno se manifiesta a través de los medios de comunicación, la publicidad y las interacciones sociales, afectando de manera significativa tanto a mujeres como a niñas pequeñas.
Desde que tengo memoria, recuerdo que un vestido debía ir acompañado de un short por debajo, preguntándome: ¿por qué tengo que ponérmelo? En ese momento, era demasiado pequeña para comprender el mundo, un mundo que ha sido construido en gran parte por hombres. Desde temprana edad, los niños han sido educados en un entorno que favorece sus intereses y deseos, mientras que las mujeres tenemos que escalar constantemente para alcanzar nuestras metas, ya que el camino sigue siendo complicado y lleno de obstáculos.
La hipersexualización de las mujeres conlleva numerosas consecuencias negativas. Una de ellas es la estigmatización de nuestro propio cuerpo, donde las decisiones sobre qué hacer con él a menudo siguen siendo tomadas por hombres. Incluso en las películas de princesas, las mujeres tienen una participación mínima en los diálogos. Aunque están dirigidas a “niñas”, la mayoría de las decisiones son influenciadas por personajes masculinos, lo que nos lleva a cuestionar nuestro valor como mujeres frente a la sociedad, donde suponemos que ese tipo de contenido debería ayudarnos a “empoderarnos”.
Desde una edad temprana, las niñas reciben el mensaje de que su valor radica en su apariencia física y en su atractivo sexual. Aunque las niñas no estén completamente desarrolladas, se les presenta ropa y estilos que son más apropiados para mujeres adultas. Aunque las niñas pueden decidir qué usar, aquellas que no se sienten cómodas bajo estos estereotipos o que no les gusta lo que estas industrias promueven pueden enfrentar problemas de autoestima, ansiedad, depresión y trastornos alimentarios.
La hipersexualización de las niñas pequeñas es particularmente preocupante. Los medios de comunicación y la publicidad a menudo presentan imágenes de niñas vestidas y comportándose de manera inapropiadamente adulta.
La perpetuación de la idea de que una talla define el valor de una persona refuerza la objetificación de las mujeres, haciendo que se sientan constantemente evaluadas y juzgadas por su apariencia en lugar de por sus habilidades, inteligencia o personalidad. Desde una edad muy temprana, las niñas sienten la necesidad de cumplir con estos estándares irrealistas de belleza.
La hipersexualización es un reflejo de cómo funciona nuestra sociedad. Aunque hemos avanzado en tecnología y ciencia, persiste una sensación de impotencia ante un mundo que sigue construyéndose sin una clara participación femenina. Las mujeres, que son pilares fundamentales de la sociedad, a menudo no tienen un rol definido y siguen siendo minoría en campos como las ciencias exactas, a pesar de que en las ciencias blandas su presencia es significativa y está relacionada con roles tradicionalmente asociados a la maternidad.
La presión constante para cumplir con estos estándares puede llevar a procedimientos cosméticos innecesarios y a un ciclo interminable de inseguridad y autocrítica. A menudo, las mujeres somos nuestras propias críticas más severas, y la falta de solidaridad entre nosotras y la competencia interna perpetúan este problema.
La exposición temprana a estos mensajes puede afectar el desarrollo psicológico y emocional de las niñas. Pueden desarrollar una autoimagen distorsionada y enfrentar una presión social para sexualizarse prematuramente. El deseo de las niñas actuales de crecer rápidamente para ser apreciadas y buscar valor en aspectos superficiales no solo afecta su autoestima, sino que también puede aumentar su vulnerabilidad al acoso y la explotación sexual.
La industria del entretenimiento y la publicidad juega un papel crucial en la perpetuación de la hipersexualización de las mujeres. Los anuncios, programas de televisión, películas y videos musicales a menudo presentan a las mujeres de manera objetivante y sexualizada, donde vemos normalmente al hombre más conservado y su intención no es sexualizarlo. Estos medios promueven la idea de que la apariencia y el atractivo sexual son las cualidades más importantes que una mujer puede tener.
La moda y la industria de la belleza también contribuyen a este problema al promover productos y tendencias que sexualizan a mujeres y niñas. La constante exposición a estos mensajes normaliza la hipersexualización y refuerza la idea de que las mujeres deben cumplir con ciertos estándares físicos para ser aceptadas y valoradas.
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