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La estética que condena

A lo largo de la historia la estética se ha transformado de mil maneras, algunos cuantos dijeron que eso era lindo y otros muchos le siguieron la corriente, hasta que otro dijo que eso ahora era feo y otros dijeron que si, (quien sabe si porque de verdad lo pensaban, o solo por seguir masas) lo bonito ha sido horrible, y lo horrible ha sido bello… ¿Pero qué es la estética? Con esta pregunta no busco caer en ese discurso positivista que dice que la belleza es subjetiva, que cada quien ve distinto lo que es bonito, porque esto, aunque puede ser verdad, no reúne a ese grupo, que si o si, termina en el lado de la moneda de lo que se considera horrible, apartado, raro. Que es el grupo del que yo busco hablar, el grupo que después de tantos años aún sigue ahí, estancado, condenado. Tenemos claro que la estética es lo bello, lo lindo, lo que uno digiere fácil, es esa niña que camina con tal sutiles que lo atrapa a uno (aunque su “belleza”  se vea influenciada directamente de su obsesión por no comer más de 1000 calorías diarias) o ese bolso brillante que destaca en una estantería de un local en el centro comercial (bolso que fue elaborado entre sufrimiento y dolor en una fábrica fast fashion) ¡Como ha condenado la estética! porque sí, puede que se vea hermoso, pero no vale, no vale la pena que lo que sea lindo sea eso, no vale la pena que toda la sociedad de haya puesto de acuerdo que lo lindo es lo que pocos pueden llegar a tener, porque es así, siempre ha sido así, lo lindo lo tienen pocos y lo añoran todos. Más que todo en esta sociedad contemporánea hemos visto cómo la estética se ha vuelto sumamente importante, incluso a veces más que el contenido, porque un libro se juzga por su portada. Y ahí, caemos en un error sumamente grave, hiriendo a quien no se acopla a lo queremos ver, excluyendo a quien no encaja a mis gustos, caemos en una superficialidad gigante, juntando amistades que solo se ven bien, pero que no hacen sentir nada, y al final, es más importante como salió el outfit a decir gracias a la panadera… Una sociedad así de superficial, es una sociedad, por consiguiente, cruel, ojala solo fuera no querer esa estética, es también de paso, rechazarla y excluirla sistemáticamente y producir, en ese ser que no encaja un sensación de inestabilidad permanente (que ni hablar de las represalias que generan sentir y vivir con una sensación así) y así de rápido, se ha condenado al condenado y al que condena, a seguir un ciclo de violencia sin fin. 

Yo, querido lector, le invito a que, rompa el ciclo, vea más allá de lo que usted considera “feo” e intente despojarse de aquellos prejuicios, rompa las cadenas y salga allá, al mundo real, a cuestionar un poquito más, a intentar ser menos superficial, a no dejarse condenar.

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