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¿La música que escuchamos influye en nosotros?

¿Cómo afecta la música que escuchamos a nuestro estado de ánimo y nuestras acciones

diarias? ¿Por qué ciertas melodías parecen tener el poder de cambiar por completo cómo

nos sentimos en un momento dado? Estos son los tipos de preguntas que muchos nos

hemos hecho en algún momento, especialmente cuando una canción nos toca tan

profundamente que parece alterar nuestra realidad por completo. ¿Es posible que la

música tenga un efecto tan fuerte en nuestras emociones y en la forma en que

interactuamos con el mundo? Veamos más a fondo cómo influye en nosotros.


Está comprobado que la música tiene un impacto directo en nuestras emociones y

comportamientos. Estudios han demostrado que las canciones alegres, con ritmos

rápidos, pueden mejorar nuestro estado de ánimo, motivándonos a movernos y

llenándonos de energía positiva. Por ejemplo, cuando escuchamos algo movido, como

música electrónica o rock, el cuerpo tiende a activarse, reflejando esa sensación de

entusiasmo y dinamismo. En cambio, cuando ponemos música suave o melancólica,

como una balada o un tema de jazz lento, puede hacer que nos sintamos nostálgicos,

relajados o incluso tristes.


Hay investigaciones que indican que las canciones con letras tristes, aunque puedan

generar una sensación de tristeza momentánea, también permiten a las personas

procesar sus emociones, convirtiéndose en una especie de catarsis musical. Esto explica

por qué en ciertos momentos buscamos melodías que parecen sintonizar con nuestros

sentimientos internos. No solo es una cuestión de ritmo, sino de cómo la estructura, el

tono y las letras reflejan lo que llevamos dentro.


He notado cómo cada estado de ánimo parece tener su banda sonora perfecta. Después

de un día pesado, es casi inevitable recurrir a algo suave, tal vez una balada o una

canción instrumental que ayude a despejar la mente de las preocupaciones. Pero cuando

la alegría es protagonista, hay ritmos que prácticamente te obligan a moverte, como la

salsa dura de los años 80 y 90, la champeta con sus ritmos africanos, la bachata o

incluso el pop, tanto moderno como clásico. Son ritmos que llenan de energía y

contagian esa chispa de celebración.


En momentos de amor o enamoramiento, es común buscar algo más sentimental, como

las baladas románticas o incluso el rock en español, que puede capturar perfectamente

ese subidón emocional que trae consigo el amor. Por otro lado, cuando llega el

despecho, letras como los clásicos de Ricardo Arjona o de Alejandro Sanz nos ayudan a

sacar esa tristeza, o incluso el vallenato, que se convierte en ese compañero ideal para

expresar esos sentimientos de melancolía y desahogo, dándonos temas que hemos

escuchado desde niños y que forman parte de nuestra historia como colombianos, al

igual que muchos otros géneros musicales.


Cuando estamos estresados o agotados mentalmente, quizá lo más recomendable sea

optar por ritmos más relajantes, como el jazz o las melodías instrumentales, que pueden

ayudarnos a bajar las revoluciones y encontrar un espacio de calma. Sin embargo, si lo

que buscas es liberar energía de una manera más dinámica, el merengue o un buen ritmo

de rock, como las canciones de Aerosmith, Arctic Monkeys, Oasis o Green Day, entre

otros, pueden servir como una válvula de escape.


Cada género tiene una forma particular de conectarse con nuestras emociones, de

acompañarnos en los momentos altos y bajos. Es increíble cómo la música no solo

refleja lo que sentimos, sino que también puede modificar nuestro estado de ánimo de

una forma casi mágica, dándonos una especie de terapia, ese respiro que necesitamos en

nuestras vidas.


A veces es fácil caer en la costumbre de escuchar lo mismo siempre, pero probar algo

nuevo puede ser revelador. Quizás puedas experimentar con géneros en otros idiomas.

Hay que recordar que no solo existe música en español e inglés; también hay excelente

música en idiomas como el portugués, el italiano, el alemán o incluso la música

coreana, cuya popularidad ha crecido en los últimos años. Esto no solo aporta una

perspectiva cultural diferente, sino que también puede despertar nuevas emociones o

pensamientos.


La música no es solo un acompañamiento en nuestras vidas; es una herramienta

poderosa que nos ayuda a navegar nuestras emociones y a influir en nuestro estado de

ánimo. Desde motivarnos en un entrenamiento hasta ayudarnos a procesar un momento

difícil, las canciones son el reflejo de nuestro mundo interior. Explorar diferentes estilos

puede abrirnos a nuevas sensaciones y expandir nuestro horizonte emocional. Tal vez el

próximo paso sea preguntarte: ¿Qué emociones quiero potenciar hoy? Y deja que la

música te guíe en ese viaje.


Como dijo Nietzsche: "Sin música, la vida sería un error". Sigamos descubriendo

melodías que nos inspiren y que nos ayuden a conectarnos más con nosotros mismos y

con el mundo que nos rodea.

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