¿La música que escuchamos influye en nosotros?
- Anthony Bolcaman
- 2 oct 2024
- 3 Min. de lectura
¿Cómo afecta la música que escuchamos a nuestro estado de ánimo y nuestras acciones
diarias? ¿Por qué ciertas melodías parecen tener el poder de cambiar por completo cómo
nos sentimos en un momento dado? Estos son los tipos de preguntas que muchos nos
hemos hecho en algún momento, especialmente cuando una canción nos toca tan
profundamente que parece alterar nuestra realidad por completo. ¿Es posible que la
música tenga un efecto tan fuerte en nuestras emociones y en la forma en que
interactuamos con el mundo? Veamos más a fondo cómo influye en nosotros.
Está comprobado que la música tiene un impacto directo en nuestras emociones y
comportamientos. Estudios han demostrado que las canciones alegres, con ritmos
rápidos, pueden mejorar nuestro estado de ánimo, motivándonos a movernos y
llenándonos de energía positiva. Por ejemplo, cuando escuchamos algo movido, como
música electrónica o rock, el cuerpo tiende a activarse, reflejando esa sensación de
entusiasmo y dinamismo. En cambio, cuando ponemos música suave o melancólica,
como una balada o un tema de jazz lento, puede hacer que nos sintamos nostálgicos,
relajados o incluso tristes.
Hay investigaciones que indican que las canciones con letras tristes, aunque puedan
generar una sensación de tristeza momentánea, también permiten a las personas
procesar sus emociones, convirtiéndose en una especie de catarsis musical. Esto explica
por qué en ciertos momentos buscamos melodías que parecen sintonizar con nuestros
sentimientos internos. No solo es una cuestión de ritmo, sino de cómo la estructura, el
tono y las letras reflejan lo que llevamos dentro.
He notado cómo cada estado de ánimo parece tener su banda sonora perfecta. Después
de un día pesado, es casi inevitable recurrir a algo suave, tal vez una balada o una
canción instrumental que ayude a despejar la mente de las preocupaciones. Pero cuando
la alegría es protagonista, hay ritmos que prácticamente te obligan a moverte, como la
salsa dura de los años 80 y 90, la champeta con sus ritmos africanos, la bachata o
incluso el pop, tanto moderno como clásico. Son ritmos que llenan de energía y
contagian esa chispa de celebración.
En momentos de amor o enamoramiento, es común buscar algo más sentimental, como
las baladas románticas o incluso el rock en español, que puede capturar perfectamente
ese subidón emocional que trae consigo el amor. Por otro lado, cuando llega el
despecho, letras como los clásicos de Ricardo Arjona o de Alejandro Sanz nos ayudan a
sacar esa tristeza, o incluso el vallenato, que se convierte en ese compañero ideal para
expresar esos sentimientos de melancolía y desahogo, dándonos temas que hemos
escuchado desde niños y que forman parte de nuestra historia como colombianos, al
igual que muchos otros géneros musicales.
Cuando estamos estresados o agotados mentalmente, quizá lo más recomendable sea
optar por ritmos más relajantes, como el jazz o las melodías instrumentales, que pueden
ayudarnos a bajar las revoluciones y encontrar un espacio de calma. Sin embargo, si lo
que buscas es liberar energía de una manera más dinámica, el merengue o un buen ritmo
de rock, como las canciones de Aerosmith, Arctic Monkeys, Oasis o Green Day, entre
otros, pueden servir como una válvula de escape.
Cada género tiene una forma particular de conectarse con nuestras emociones, de
acompañarnos en los momentos altos y bajos. Es increíble cómo la música no solo
refleja lo que sentimos, sino que también puede modificar nuestro estado de ánimo de
una forma casi mágica, dándonos una especie de terapia, ese respiro que necesitamos en
nuestras vidas.
A veces es fácil caer en la costumbre de escuchar lo mismo siempre, pero probar algo
nuevo puede ser revelador. Quizás puedas experimentar con géneros en otros idiomas.
Hay que recordar que no solo existe música en español e inglés; también hay excelente
música en idiomas como el portugués, el italiano, el alemán o incluso la música
coreana, cuya popularidad ha crecido en los últimos años. Esto no solo aporta una
perspectiva cultural diferente, sino que también puede despertar nuevas emociones o
pensamientos.
La música no es solo un acompañamiento en nuestras vidas; es una herramienta
poderosa que nos ayuda a navegar nuestras emociones y a influir en nuestro estado de
ánimo. Desde motivarnos en un entrenamiento hasta ayudarnos a procesar un momento
difícil, las canciones son el reflejo de nuestro mundo interior. Explorar diferentes estilos
puede abrirnos a nuevas sensaciones y expandir nuestro horizonte emocional. Tal vez el
próximo paso sea preguntarte: ¿Qué emociones quiero potenciar hoy? Y deja que la
música te guíe en ese viaje.
Como dijo Nietzsche: "Sin música, la vida sería un error". Sigamos descubriendo
melodías que nos inspiren y que nos ayuden a conectarnos más con nosotros mismos y
con el mundo que nos rodea.
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